Tras mi secuestro (sólo Jorge)

Jorge y yo llegábamos al internado. Me di cuenta de que no aguantaría mucho más, y pesaba demasiado como para subirle por las escaleras. Su herida del brazo le hacía perder cada vez más sangre, y tenía la cara y el cuerpo destrozados. Decidí llevarle al cobertizo, ya que no podríamos llegar hasta mi habitación.
-Quédate aquí, ahora vuelvo-dije, y fui a por mi botiquín y comida, para que recuperara defensas.

-Por fin has vuelto. Pensaba que no volverías.

-Pues ya ves, he vuelto-dije, fríamente, y empecé a curarle.

-¿Sigues enfadada conmigo?

-No estoy enfadada-tras desinfectar y vendarle la herida del brazo, le quité la ropa para seguir curándole.

-Pues lo parece.

-Te he dicho que no lo estoy-dije, curando su torso y espalda.

-¿Y entonces por qué no me has dicho nada en todo el camino?

-Por otro motivo, pero no estoy enfadada-dije, curándole las heridas de las piernas.

-Sí lo estás.

-Que no-le curé todas las heridas de la cara.

-¿Ah, no? ¿Y entonces qué te pasa?

Se me agotó la paciencia.
-¿Que qué me pasa? ¿Quieres saber qué es lo que me pasa? Que he pasado mucho miedo. Pero no cuando me ha disparado, ni cuando me ha clavado el cuchillo. Ahí simplemente pensaba que me había llegado la hora. En cambio, cuando he visto que Bernardo ha estado a punto de acabar contigo, he tenido miedo, miedo de perderte. Te he dicho que parases, y no has querido hacerme caso. Lo he pasado verdaderamente mal.

-Yo sólo quería hacerle pagar por el daño que te había hecho.

-Pues me ha causado más dolor el ver que Bernardo estaba acabando contigo que el que me clavara aquel cuchillo.

-Lo siento. Siempre tengo que fastidiarla. Si no quieres volver a dirigirme la palabra, si te he hecho tanto daño que no quieres verme nunca más, lo entenderé.

-¿Y ya está? ¿Tan pronto te rindes?

-No, no me rindo, sólo digo que si no quieres volver a hablarme...

-Cuando tengas claro lo que quieres decir y no dejes a medias tus palabras, avísame-dije, levantándome.

Aún sintiendo dolor en mis brazos y mis piernas, la cogí y la senté sobre mis piernas, besándola después.
-No quiero perderte. Por favor, no me dejes.

Seguí el beso.
-Sería incapaz de dejarte, después de lo que me ha costado encontrar a alguien como tú.

-Eres la chica de mis sueños.

-Y tú mi héroe, aunque a veces tus heroicidades me hagan sufrir.