Con Gisela (sólo Gisela)

-A ver si es verdad.

estAB VEZ SI QUE EM PENSABA CONTROLAR ADEMAS NO TENIA FUERZAS PARA PEGARLE*

Miré a Jorge, y después a Curro.
-No me des las gracias.

-Vale, pero dile que se vaya. Porque aquí sobre alguien, y ni soy yo, ni eres tú, ni es Víctor.

me levante con dificultad* claro que te las tengo que dar gisela es la segunda vez que em salvas

-Pero no lo he hecho por gusto. Simplemente no quería hacerle un feo a Víctor, que te ha traído hasta aquí.

-Venga, sal. ¿O necesitas un mapa?

lo entiendo gisela* dije abriendo la puerta y llendome*

Cuando Curro se había ido, pregunté a Víctor:
-¿Por qué le has traído? Por mí ya me da igual, pero sabes el daño que le hizo a Gisela. Además, según tengo entendido tú entiendes más de medicina que ella. No entiendo cómo has podido traerle aquí.

-Es que...

-Es que...¿qué?

-Cuando era pequeño, caí al suelo y me incrusté un cristal en la mano. Me acuerdo de lo doloroso que fue, y del rato que tardaron en sacármelo. Por eso, no puedo curar ese tipo de heridas. Es demasiado doloroso, para mí, quitar unos restos de cristal, o un azulejo, que se hayan incrustado en una mano. Puedo hacer todo tipo de operaciones, incluso un trasplante de corazón, si es necesario, pero eso no puedo hacerlo.

Me sentí culpable por haberle hecho recordar eso. Entonces lo entendí todo: Víctor era tan bueno que era incapaz de dejar morir incluso a alguien tan despreciable como Curro, pero él no podía curar ese tipo de herida por su trauma infantil y, con dolor, tuvo que llevarlo a la habitación de Gisela.
-Lo siento, tío-le abracé.

-No lo sientas, tú no tienes la culpa-dije, sin salirme del abrazo.

-Ya sabes que me tienes para todo lo que necesites-le guiñé el ojo.

-Lo sé-dije, esta vez saliéndome del abrazo-Bueno, creo que va siendo hora de que me vaya. Adiós. Ah, y, por cierto, enhorabuenaa-dije, y salí de allí.

-Este chico es único. Bueno, ¿dónde nos habíamos quedado?

-Nos habíamos quedado en la parte en la que tú estabas encima mío, a punto de hacerme el amor.

-Pero yo no...

Le silencié con mi dedo índice.
-No pienso obligarte a nada, y sé que lo hemos hecho hace cuestión de una hora, pero si quieres, podemos hacerlo aquí ahora mismo. Sólo si quieres.

-Claro que quiero. Te deseo a cada segundo, pero puede entrar alguien, como aquellos dos.

-¿Y si hacemos esto?-cerré con pestillo-En principio no tenemos que tener visitas, y mis compañeras sólo se pasan por aquí para dormir. Tenemos la habitación para nosotros solos.

-Pues, entonces, ¿a qué esperamos?