Hablando con Nellie

Estaba con el niño, cuando noté que alguien venía, y en efecto, no tardaron en llamar a la puerta.
-Adelante-dije al reconocer el olor de mi visitante, al parecer iban a volver los problemas con la policía.

Entré.
-Hola. No quiero hacerte perder el tiempo, así que iré al grano. Sé que fuisteis Culebra y tú los que atracasteis el banco.

Puse mi mejor cara de desconcierto.
-¿Perdón? No sé de que me habla, no tengo tiempo para ir atracando bancos, tengo cosas más importantes que hacer.

-No intentes negarlo. Lo sé a ciencia cierta.

-No niego nada, pues su acusación es falsa.
Cogí mejor al pequeño, mientras mantenía el rostro inexpresivo, a pesar de que me estaba dando la risa floja.

-Si fuiste tan valiente como para atracar un banco, ¿por qué no lo eres ahora y admites lo que hiciste?

Solté una carcajada, aquella mujer se veía falta de experiencia en los tratos con los gángsters; uno de los nuestros jamás admitiría haber sido el atracador en una situación comprometida.
-¿Qué pruebas tienes de que haya sido yo?

-No tengo pruebas sólidas, pero a la persona que lo ha dicho no le conviene mentir.

-Quizás el que me acusó lo hizo queriendo para incriminarme. Por si no se ha dado cuenta, tengo un hijo muy pequeño, lo que me imposibilita abandonar por mucho tiempo la habitación.

-Cualquiera podría haber cuidado del niño mientras atracabas el banco. Mira, tranquila, si piensas que lo que pretendo es detenerte, no es así. Lo único que quiero es que confieses.

-¿Cómo voy a confesar algo que no he hecho?-mentí, no me apetecía que se enterase de mi largo historial delictivo.

-¿La mayor gángster de Chicago no se atreve a confesar un delito más? Quizás los rumores que oí no eran ciertos y en realidad no eres tan grande.

Mantuve mi rostro sereno, como una máscara, mientras que en mi interior rugía de rabia. Mi primer impulso había sido el gritarle a aquella tipeja todos mis crímenes, todos mis atracos, todas mis fugas... pero eso me habría supuesto mi propia confesión, y no me cabía duda de que era eso lo que trataba. No sería una federal, pero conocía que el mayor defecto de un gángster era el orgullo: no soportamos que ignoren nuestras hazañas.
Aún así, ¿cómo se atrevía a decirme que no era tan grande, cuando todo el mundo sabía de mis fechorías? Obviamente, se estaba marcando un farol para que cantase, y desde luego, eso no entraba en mis planes.
Pensé a toda velocidad una buena y rápida excusa que me librase de aquella incómoda acusación, y no tardé en obtenerla.
-Si te refieres a una tal Nellie Dillinger me temo que te has equivocado. He oído hablar de ella en mi ciudad natal, pero me temo que mi nombre es Nellie Todd-cosa que no dejaba de ser cierta.

-No vas a convencerme. Sé que has sido tú. Por muchas excusas que te inventes, seguiré pensando que tú eres la culpable.

-¿Por algún motivo en especial? ¿Acaso llevo la palabra culpable escrita en la frente?

-Se podría decir que sí. A ver, entiende que no he entrado en tu habitación con la intención de detenerte, sólo quería que lo confesaras, pero no eres lo suficientemente valiente.

-¿Me estás llamando cobarde?-repuse con el ceño fruncido-¿Qué sabrás tú de cobardía? ¿Qué sabrás tú de tener una presión constante por saber si han matado a tus padres o no? ¿Qué sabrás de ir siempre en las sombras? Tú no puedes llamarme cobarde.

-Te llamo cobarde porque te niegas a confesar algo que has hecho. Ya lo has hecho, ahora reconócelo. Y también sé tu secreto. Dientes afilados, alimentación a base de sangre...aunque supongo que ahora lo negarás. De todos modos, yo estoy segura de lo que digo, y por mucho que lo niegues, no voy a cambiar mi forma de pensar.

Me crucé de brazos.
-Dientes largos, ¿eh? Mira, ya que no te tengo miedo, te lo soltaré: Soy Nellie Isabelle Dillinger, la más famosa gánsgter de Chicago, y la más escurridiza. Si vas a intentar arrestarme, perderás el tiempo. Pero eso de los dientes... ¿tan largos los tengo?-disimulé.

-Ya te he dicho que no he venido a arrestarte. Y con lo de los dientes largos, no te andes por las ramas. Sé que eres una vampiresa.

Puse una mueca, no me agradaba que supieran ese secreto mío. Cogí al pequeño en brazos, como si el crío sirviera para disuadirla.
-Los vampiros no pueden tener hijos, y yo tengo uno-repuse encogiéndome de hombros-¿Y quién te ha dicho eso de mi?

-No revelo mis fuentes. Sólo te puedo decir que lo sé. Y yo no sé si los vampiros podrán tener hijos o no, nunca se me ha ocurrido consultarlo. Pero tranquila, lo único que quería decirte es que, como desgraciadamente pudiste comprobar en el banco, soy policía. He venido aquí para desmantelar todo esto a lo que llaman Proyecto Géminis, y para salvar a los alumnos. Para tenerlo más fácil me he infiltrado, y llevo esto en secreto, aunque algunas personas ya se hayan enterado de lo mío. Por favor, necesito que no le digas a nadie lo que soy. Prometo sacaros de aquí, pero para eso necesito que esa gente no me descubra.

Cuando escuché las palabas "desmantelar el Proyecto Géminis" mi actitud cambió radicalmente.
-¿Vas a cargarte a esos cabrones? Entonces yo soy tu gánsgter-dije con firmeza-Estoy dentro del Proyecto contra mi voluntad, y desde que mataron a mi padre juré que me vengaría de ellos.

OFF: ¿no deberías sorprenderte de que Nellie esté casada con un profesor y con un hijo?

Off: tienes razón.

On:
-Lo siento mucho. Cada vez odio más a esa gente. Han hecho daño a tantas personas...Pero una cosilla, ¿cómo es que tienes un hijo y estás casada con un profesor?