La nana de Nellie

Me senté al piano y compuse la siguiente canción para Nellie:

Eres todo lo que yo más quiero...
Mi más profundo y dulce anhelo...
Había oscuridad en mi, nunca vi brillar el sol,
pero tu luz relució; me cegó; me alumbró.
No tenía nada a que aferrarme, me dejaba ir,
hasta que al final llegaste junto a mi.
Nellie no te vayas, ya no hay murallas,
nuestras almas juntas siempre deberían estar.
Quédate conmigo, alumbra mi camino,
no me dejes solo, no sabré continuar.
Quiero estar contigo, para siempre unidos,
ver tu rostro cada día al despertar.
Sentirte a mi lado, jamás oír tu llanto,
hacer que tu sonrisa nunca deje de brillar.
Me ayudaste a comprender que todo no era gris
y a conocer la alegría de vivir.
Te volviste mi único motivo para existir
por eso escúchame: nunca te dejaré sufrir.
No pienso abandonarte, sólo quiero amarte,
tenerte entre mis brazos cuando ya no pueda más.
Sabes que te quiero, que sin ti yo muero,
que nunca en mi vida he querido a nadie igual.
Eres mi consuelo, eres todo mi cielo,
estabas destinada a en él siempre centellear.
Suenan las campanas, toma ya mi alma,
no la necesito porque siempre tuya fue.
Tanto como duren nuestras vidas yo te protegeré
y a tu lado siempre estaré.
Te recostaré en mi pecho; y aunque no puedas soñar
te cantaré tu nana...

Estuve escuchando a escondidas, y cuando acabó me acerqué sigilosamente.

Noté una presencia extraña en la sala. Me giré con mi habitual semblante enfadado suponiendo que sería un alumno o profesor cotilla. Sin embargo era Nellie.

- Nellie - dije con mas calma - ¿Que haces aqui?

-He escuchado la nana-susurré.

Le miré.

- Vaya... entonces ya no será una sorpresa - dije resignado - Al menos dime... ¿te ha gustado?

Me acerqué y le di un beso.
-Es el mejor regalo que jamás me han hecho.

Intenté sonreír. No se me daba muy bien puesto que no lo hacía nunca.

- Me alegro de que te guste - la volví a besar con dulzura.

-Vuelvela a tocar-le supliqué.

Le miré con picardia.

- Solo por que eres tu - dije bromeando.

Comencé a tocarla.

Me puse detrás de él, abrazándole los hombros y besando su pelo.

Seguí tocando concentrado. Cuando terminé la miré esperando a que dijera algo.

Me senté a su lado y le abracé.
-¿Te he dicho ya lo mucho que te quiero?

Me quedé pensativo.

- ¿Sabes que? Ahora mismo no lo recuerdo... ¿Por que no me lo dices a ver si me refrescas un poco la mente? - pregunté bromeando.

-Te quiero, te quiero, te quiero...-dije mirándole a los ojos.

Le miré.

- Sigue - dije mientras me iba acercando a ella.

-Te quiero-volví a repetir.

Continué acercandome hasta que le besé.

Le devolví el beso, rodeando su cuello con una mano y su espalda con la otra.

La abracé con ternura y bajé hasta su cuello dándole rápidos besos.

Le separé la cabeza con cariño.
-No creo que este sea el mejor sitio para eso-sonreí.

La miré.

- Tienes razón - asentí - ¿Esta noche en el cuarto? - pregunté picaramente.

-Está bien-dije con calma-Pero, ¿por qué no ahora?-me reí.

Le miré y sonreí como pude.

- Pensé que una chica como tú... tendría algún tipo de plan... quedar con sus amigas y esas cosas - dije - Además... por la noche estaremos mas tranquilos, nadie nos molestará - guiñé el ojo.

-Vale-me rendí-Esta noche. ¡Pero no intentes escaquearte!-añadí riendome.
Le di un último beso y salí.

Me reí y continué tocando en el piano; al rato me fui.