Cambio en el menú (priv. Iván +18)

- Me pasaria el dia enganchado a este pedazo de carne que tienes aqui, joder... Estas buenisimo, en todos los sentidos -ríe travieso y vuelve rapido a lamerle el falo para luego volver a engullirlo hasta el fondo deseando ya sentir la lefada toda dentro. IBa a tragarsela como se estaba tragando semejante trabuco.

Al notar que Marcos se pone en pie sonrio, o eso intento, pues tengo la boca demasiado llena para ello. Pero se que eso indica que esta cerca y que no debe quedar nadie en el comedor. empiezo a masturbarme por debajo la mesa, pero antes que nada aprovecho que se pone en pie para bajarle del todo los pantalones asi puedo acariciarle el trasero.

Aunque no tengo intención de pasivizar a Marcos, yo solo voy a ser quien reciba, si me gusta jugar con sus nalgas perfectas y su agujerito apretado, pasando uno de mis dedos bien empapado por ahi para buscar darle mayor placer, provocandole para que suelte ya su carga. Y joder... Menuda carga. Casi me atraganto con el primer trallazo pero aguanto, sacando solo un poco de su falo para poder lamerlo bien mientras sigo tragando y tragando todos y cada uno de esos trallazos.

Sabía que Iván era capaz de pasarse el día mamandome el rabo, y que lo disfrutaría y la verdad es que ya tenía en mente varios escenarios más para el día de hoy, no podía esperar a sentir esa experta boquita tragarse todo mi gigantesco rabo como si de un chupacups se tratara, con facilidad y con deseo de recibir la leche que poco tardaría en recibir. Era jodidamente caliente tener a alguien tan deseoso de tu rabo entre tus piernas, capaz de pasar por aquellas situaciones con tal de recibir su leche diaria.

Continué embistiendo su boca, aunque mucho más lento y suave, mientras me corría, entrándome varios escalofríos de placer y soltar varios gemidos, acariciando su cabello. Después de los ocho primeros trallazos de leche, sentí como otros seis con la misma potencia que los anteriores inundaban su boca, y luego otros cuatro menos potencia pero abundantes. De repente se dieron unos tres de forma muy separada y sabía que si la sacaba ahora todavía gotearía un poco, por lo que dejé que él la retirara cuando quisiera.

Cuando acabó de tragar y se la sacó de la boca, lo agarré del brazo lo atraje hacia mi y le besé compartiendo mis fluidos en su boca, cuando en su boca no quedó nada, lo empujé a sentarse a la silla.

- Ya puedes desayunar... ahora dame tu leche... -me arrodillé frente a él, quedando entre sus piernas y me tragué su polla, que tampoco estaba mal en tamaño, comenzando a bombear, con mi mano ayudando a masturbarlo, y mi lengua lamiendo el glande para darle mayor placer, succionando con ganas y cerrando con fuerza mis labios para que la fricción de su tronco al entrar y salir fuera mayor.

Sentia como Marcos me complacia soltando una cantidad de leche que no habia visto ni sentido en mi vida. Era tanta que algo salia por la comisura de mis labios dejando que caiga por mi menton pero recogiendolo con mi mano para luego. Ahora me dedico a limpiar bien ese trabuco, lamiendolo todo entero despues de haberlo dejado seco succionandolo. Paso mi lengua por todo el falo y sobretodo el glande, limpiandolo bien hasta que Marcos me hace poner en pie besandome. Me encanta ese beso, no solo por lo que hace, compartiendo su leche conmigo, si no por sentirme cerca de su cuerpo y sentir esos labios junto a los mios.

- Joder, Marcos... Esto de tenerte como folloamigo sera mejor de lo que podia imaginar ni en mis mejores sueños -le besa ahora él apasionado y luego se sienta obediente y empieza a comer notando aun sabor a la lefa de Marcos en su boca.

Cuando el otro se arrodilla tan rapido sonrio ladeado, admirando la devoción con que también me chupa la polla, ya bastante mojada por todo el precum que me ha salido excitado por la propia mamada que le daba a ese trabuco.

- Ah, joder, Marcos... yo si que voy a tardar poco en correrme -apunto mientras agarro un bollo para darle un mordisco ahogando mis gemidos, no queriendo chillar demasiado.

Gimo en susurro con cada trallada que mi amigo se traga sin quejar, notando escalofríos con cada roce que la lengua de Iván hace contra mi sensible glande, en aquel momento, chorreante, admirado de la manera en la que Iván no deja escapar ni una misera gota, demostrando con ello que realmente tenía muchas ganas de beber mi leche, y aquello me ponía cachondo, haciendo que a mi polla le costase bajar mientras nos besábamos de aquella forma tan caliente que, de no ser porque me acababa de correr, me habría incitado a tirar todo lo que hubiera sobre la mesa y follármelo allí mismo, marcarlo como de mi propiedad y desafiar a cualquiera que entrase a intentar follárselo o intentar separarme de su culo perforado por mi inmenso trabuco.

Comienzo a comerme el rabo de Iván, cuyo tamaño tampoco es malo, aunque no llega a las desproporcionadas medidas del mío, pero es difícil de meterlo en la boca, pero lo intento con todas las fuerzas hasta conseguirlo. Escucharle decir que él no tardará en correrse no es más que un incentivo para acelerar el ritmo de la mamada y las ansias con las que succionaba y lamía su trabuco, para asegurarme de que se corría pronto, mamaba solo la mitad de su tranca y masturbaba con energía lo que no entraba en mi boca. Mis ojos miraban directamente a Iván para hacerle saber que deseaba que se corriera en mi boca, quería su lefada atragantándome.